Columnista: Jorge Castañeda. (03 de Julio de 2019)

C IUDAD DE MÉXICO – El mes pasado, el gobierno del presidente estadounidense Donald Trump forzó a México a acordar “medidas sin precedentes” para frenar la migración irregular y el tráfico de personas a través de sus fronteras. El acuerdo (cuya implementación se evaluará este mes) es una vergüenza para México y Estados Unidos por igual.
Las desavenencias por el tema migratorio no comenzaron con Trump. En 2014, en respuesta a un súbito aumento de la llegada de menores no acompañados a la frontera de los Estados Unidos, el entonces presidente de los Estados Unidos Barack Obama pidió al entonces presidente mexicano Enrique Peña Nieto el envío de fuerzas a la frontera entre México y Guatemala para detener el flujo. Peña cumplió, aunque México nunca recibió nada a cambio, y la llegada de migrantes a la frontera disminuyó.
Pero las tensiones escalaron considerablemente bajo la administración Trump, sobre todo porque a fines de 2017, la llegada de migrantes a la frontera de Estados Unidos volvió a dispararse. El gobierno estadounidense informó que a principios de 2018, se llegó a capturar a 50 000 migrantes por mes (especialmente venidos de Centroamérica, pero también de Cuba y África) contra unos 20 000 por mes en 2015‑2016.
Los intentos de solución por parte de Trump tuvieron poco efecto. Su promesa de construir un muro en la frontera sigue lejos de concretarse. Su política de separar a niños migrantes de sus padres en la frontera generó tal escándalo que tuvo que dar marcha atrás, aunque todavía se mantiene a niños en condiciones espantosas. Las deportaciones en masa tampoco resultaron un elemento disuasor eficaz.
Fue una tortura para un presidente que obtuvo el cargo en parte con la promesa de reducir la inmigración a toda costa. Pero se volvió realmente intolerable este año, cuando la cantidad de llegadas se disparó otra vez; sólo en mayo las autoridades estadounidenses encontraron o arrestaron a más de 144 000 migrantes en la frontera mexicana (un 32% más que en abril).
Estados Unidos culpó por esta oleada, en parte, al nuevo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), que antes de asumir el cargo el pasado diciembre anunció que seguiría una política de “brazos abiertos” hacia los migrantes, con otorgamiento acelerado de visados humanitarios de un año de duración y libertad de movimientos casi total para atravesar el país. Si bien en la práctica se emitieron pocos visados, la promesa bastó para que decenas de miles de hondureños, salvadoreños, guatemaltecos, cubanos y gente de otras nacionalidades partieran rumbo a México con intención de seguir luego hacia el norte.
Link: https://www.project-syndicate.org/commentary/mexico-amlo-caves-in-to-trump-on-migration-by-jorge-g-castaneda-2019-07/spanish. Por: Estrada Contreras Ximena.