Dec 27, 2018 MICHAEL J. BOSKIN
STANFORD – Para muchas de las economías mundiales, mercados financieros, jefes de gobierno y entidades encargadas de cumplir políticas de emisiones de gases de carbono, 2018 no acabó bien. Las huellas de la crisis financiera y la Gran Recesión global, junto con las tendencias de cambio estructural de largo plazo en los ámbitos económico, tecnológico, cultural y demográfico han dejado en muchos países a amplias franjas de la población con la sensación de ser marginadas en lo político, menospreciadas en lo cultural y/o perjudicadas en lo económico. Y sus líderes han quedado profundamente debilitados con su expresión de sus reclamos en las encuestas, en Internet y en las calles.
En Alemania, Ángela Merkel, Canciller por cuatro periodos, ha actuado desde hace mucho como la líder de facto de la Unión Europea. Entonces vino su decisiva decisión de 2015 de acoger a más de un millón de refugiados en Alemania. La reacción –impulsada por la frustración ante la presión adicional sobre los servicios públicos, las finanzas y las fuerzas del orden, por no mencionar el catastrofismo político- la dejó tan herida que este mes decidió no buscar la reelección como líder de su partido ni optar a su reelección como canciller una vez acabe su mandato en 2021.