Crisis y reestructuración en el capitalismo estadounidense.
David Kotz.

Durante la grave crisis económica de 2008-2009, muchos fueron quienes pensaron que el neoliberalismo agonizaba . Los principales bancos de Estados Unidos estaban al borde del colapso y solo pudieron sobrevivir gracias a los rescates por parte del Estado. La actividad económica se desplomó, junto con el empleo. Para la opinión predominante fue una gran sorpresa: se creía que el capitalismo de libre mercado sería eternamente estable, poniendo fin a la era de la intervención estatal en la economía. Todos se matendrían a flote o se hundirían según sus propios esfuerzos y habilidades. Esas creencias quedaron desmentidas por lo que entonces sucedió a la vista de todo el mundo. Cuando estalló la crisis que supuestamente no podía suceder, el Tesoro y la Reserva Federal estadounidenses abandonaron rápidamente su dogma del libre mercado y utilizaron todos los mecanismos a su disposición para detener el colapso. A escala internacional, los principales Estados capitalistas del g20 hicieron lo mismo con programas de estímulo fiscal, mientras que sus bancos centrales inundaron la economía con dinero y dejaron caer los tipos de interés prácticamente a cero. Los bromistas apostillaban: «En una crisis, todos somos keynesianos». Parecía avecinarse un cambio en las instituciones y en las políticas, aunque se esperaba que los trabajadores recurrieran a sus propios recursos, ya que Washington se concentró en salvar banqueros y corporaciones gigantescas, mientras que los propietarios individuales obtenían poca ayuda frente a las ejecuciones hipotecarias.
El llamado trance keynesiano duró muy poco. En 2010 el neoliberalismo había regresado bajo la apariencia de una política de austeridad. La miseria y la inseguridad de la Gran Recesión ayudaron a alimentar acontecimientos políticos inesperados, un aumento del nacionalismo de derechas y un renovado apoyo a algún tipo de «socialismo democrático». Las interpretaciones de la crisis financiera de 2008 y sus consecuencias se deben inevitablemente a diferentes valoraciones de la economía política del periodo anterior: ¿había conseguido la reestructuración neoliberal a partir de 1979 resolver la crisis económica de la década de 1970, o se prolongaba el malestar en nuevas formas? El argumento al respecto es que la nueva forma institucional del capitalismo neoliberal sí tuvo éxito durante un tiempo en tanto que consiguió restaurar la acumulación de capital y el aumento de la tasa de beneficio, aunque a niveles más bajos que los logrados por el «capitalismo regulado» de la era de posguerra. Además, aunque la acumulación y las tasas de beneficio no hayan sido espectaculares, en algunos aspectos el neoliberalismo fue mucho mejor para el capital que el régimen económico anterior a la hora de canalizar un flujo de riqueza mucho mayor hacia la clase capitalista. Los sucesos de 2008-2009 no se limitaron a una severa crisis financiera y una fuerte recesión. Marcaron el inicio de una crisis estructural en la forma neoliberal del capitalismo que se había configurado después de 1979, esto es, una crisis que surge de las características estructurales de un régimen capitalista de acumulación, que no se puede resolver sin la constitución de un nuevo régimen institucional. La actual crisis estructural ha cobrado la forma de un obstinado estancamiento a pesar de un estímulo monetario sin precedentes, con un crecimiento económico lento, una baja tasa de acumulación de capital, un estancamiento de los salarios reales y un empeoramiento de la inseguridad económica para los trabajadores, rasgos todos ellos que han contribuido a producir nuevas polarizaciones políticas. El análisis que presento aquí descansa sobre una teoría de las formas institucionales de larga duración del capitalismo, o «estructuras sociales de acumulación». Las instituciones y las ideas dominantes de cada régimen sirven para promover la acumulación de capital al crear condiciones que fomentarán una alta tasa de beneficio, una demanda total en ascenso e inversiones productivas a largo plazo. Sin embargo, las contradicciones de cada régimen acaban provocando una crisis estructural y un periodo de brega por la reestructuración de la economía política, que conduce a una nueva estructura social de acumulación.
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Publicado por Santillán Guzmán Fernanda.